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El sur de Brasil se ve afectado por una de las inundaciones más graves de los últimos años. Se estima que el 80% de la región se encuentra afectada y muchas personas murieron. El plan de acción del gobierno y la crisis climática son dos desafíos prioritarios para el presidente Lula da Silva.
Opiniones24/05/2024 Por Carlos MignonLas imágenes de las inundaciones en Río Grande do Sul ocuparon la atención de diferentes medios de comunicación en todo el mundo. El fenómeno meteorológico conocido como la corriente de “El niño” se instaló sobre el sur de Brasil y ocasionó desastres en materia de infraestructura urbana, rural, rutas y la muerte de muchas personas y centenares se encuentran desaparecidas. Las lluvias que no cesaron complicaron las tareas de rescate y socorro en los territorios que aún siguen afectados. En barrios de Porto Alegre, capital del Estado de Río Grande do Sul, donde las inundaciones pasadas no habían llegado alcanzó los dos metros.
Desde el comienzo el presidente Lula encabezó un plan de acción coordinado entre el Gobierno Federal y el Gobierno Estadual. En la base naval de Santa María reunió a su gabinete, autoridades militares y el equipo de Defensa Civil para iniciar los operativos de ayuda y rescate. Además, anunció el incremento presupuestario para atender la tragedia; el aumento de programas sociales como “Mi casa, mi vida”; y una vez que baje el agua, la realización de obras para recuperar la infraestructura perdida. Ayrton Centeno, es corresponsal de Brasil de Fato en Porto Alegre, y desde allí comentó que hay cerca de “un millón 300 mil personas afectadas, de una u otra forma. Son números siempre en ascenso desde la semana pasada. El aeropuerto internacional está cerrado y hay 155 puntos donde los caminos están cortados. Se anunció una alerta de Defensa Civil por nuevas inundaciones en el sur del estado. Las aguas están subiendo y hay un aviso de nuevas lluvias
“El gobierno de Lula ha creado una oficina especial en Porto Alegre para tratar la situación”, afirmó Ayrton Centeno y añadió que “no se sabe aún el volumen de las pérdidas materiales, pero serán muchos mil millones. El gobierno federal tiene 14.500 profesionales de muchas áreas actuando para mitigar la inundación. Hay una gran movilización de los gobiernos estaduales y municipales de las diversas alcaldías. Hay una actuación en todos los frentes, salud, asistencia social, la alimentación y oferta de refugios para quienes perdieron la casa”.
La ayuda humanitaria no sólo provino del gobierno, organizaciones sociales como el Movimiento de Trabajadores sin Tierra (MST) organizaron las “Cocinas solidarias” para abastecer de alimento sano a la población damnificada, además de recolectar dinero, ropa, productos de higiene y medicamentos, entre otras cosas. La contracara de la solidaridad y las acciones concretas para ayudar a más de un millón de personas, fue encabezada por la oposición política a Lula que se encargaron, una vez más, con campañas de fake news con denuncias de corrupción contra el gobierno. Por eso, en conferencia de prensa desde el Palacio de Planalto el presidente anunció inversiones por 18.3 mil millones de reales en obras. Los fondos serán girados a Estados y municipios y serán destinados a la urbanización de barrios marginales, la contención de laderas y la renovación de flotas de transporte. Frente a las falsas acusaciones por parte de la oposición política, Lula afirmó que “el dinero no es ni para amigos ni para enemigos. El dinero es para las necesidades vitales del pueblo brasileño, que sigue siendo pueblo en cualquier ciudad en la que viva, gobernada por cualquier partido político. Gobernamos para el pueblo”.
Esas fueron las palabras del primer mandatario el 1º de mayo ante la prensa de Japón. Esa afirmación resuena más fuerte hoy luego de un desastre ambiental casi sin precedentes. En medio del escenario desolador en el que millones de personas perdieron todo, desde su casa, hasta seres queridos, o los recuerdos de una vida y cuando baje el agua tendrán que retomar la vida después de la inundación. Además del fenómeno meteorológico, las sucesivas políticas que durante los últimos años no sólo negaron la crisis climática, sino que profundizaron el daño ambiental, son parte de las causas que hoy encuentra al 80% del territorio de Río Grande do Sul bajo agua. La ministra de Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, advirtió que los riesgos del deterioro ambiental son también para las vidas humanas.
El corresponsal de Brasil de Fato en Porto Alegre afirmó que “hay una sumatoria de cosas que derivan en la tragedia. Primero, las especiales condiciones meteorológicas que instalaron las nubes de lluvia en el extremo sur del país, justo arriba de Río Grande do Sul. También la acción del fenómeno “El niño”. Segundo, la crisis climática. Talaron los bosques junto a los ríos y cuando viene el agua el impacto es mucho más fuerte y peligroso. La agricultura con base en agrotóxicos también destruye el suelo y sus residuos en la tierra se van hasta los ríos y arroyos, tapan en el cauce y los ríos quedan poco profundos”.
La devastación de la Amazonía, el pulmón verde más grande de todo el Cono Sur, un territorio que en sus dimensiones prácticamente alcanza la superficie de Colombia, Venezuela y Argentina, trae consecuencias graves como estas inundaciones. Desde que la derecha comenzó a crecer en Brasil, y especialmente durante el gobierno de Jair Bolsonaro, los productores agropecuarios vinculados al bolsonarismo ejercieron un lobby en el poder político para avanzar sobre la frontera agrícola de la Amazonía e incluso, en la invasión de tierras de comunidades indígenas. Del negacionismo a la crisis climática y de un modelo económico que favorece a los sectores concentrados de la agricultura, sólo daña el medio ambiente, termina con la vida humana, interrumpe proyectos de vida y genera pérdidas millonarias.
Lamentablemente, “tuvimos una gran inundación el año pasado con más de 50 muertos y los gobernantes no aprendieron la lección. El gobernador de Río Grande do Sul, Eduardo Leite (PSDB), destinó poco presupuesto para prevenir las amenazas frente a las inundaciones y aprobó muchas medidas que dañaron al medio ambiente”, comentó Ayrton Centeno. “En Porto Alegre, la capital del Estado, el sistema de protección contra las inundaciones está en total colapso. La alcaldía no ha hecho su trabajo, hay falta de mantenimiento en las máquinas que debían defender a la capital de las inundaciones. En barrios de Porto Alegre donde nunca llegó el agua de las inundaciones están con hasta dos metros de agua. El cuadro que tenemos ahora va a permanecer por más semanas porque el río está bajando muy lentamente. El casco histórico de la ciudad en el centro de Porto Alegre no tiene energía eléctrica, y no tiene agua. Es una situación dramática”, finalizó el cronista.
Reducir las causas de semejante desastre ambiental sólo a fenómenos meteorológicos no solo sería erróneo, sino que sería imprudente. “Lo que ocurrió en Río Grande do Sul es un aviso para todos los seres humanos. Necesitamos tener en cuenta que la tierra se la está cobrando. No es solo Río Grande donde suceden estas cosas extrañas, sino en todo el país y en todo el mundo. Vamos a pedirle a la Amazonía que le hable al mundo. Queremos que la Amazonía le diga al mundo lo que necesita”, enfatizó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
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