
Una componente simbólicamente potente del electorado del Presidente de los Pies de Ninfa está compuesta por jóvenes que casi no tienen recuerdos de los doce años kirchneristas.
Vamos a un recital y en lugar de disfrutarlo, nos ponemos a grabar con el celular. ¿Por qué? Seguramente en internet se encuentren videos de mejor calidad del mismo artista. Probablemente lo hacemos para mostrar que estuvimos ahí y poder recibir un ansiado “comentario”, un “me gusta”, una reacción.
Opiniones12/02/2025 Por Roberto SamarEl filósofo Byung Chul Han sostiene que “en la sociedad expuesta, cada sujeto es su propio objeto de publicidad. Todo se mide en su valor de exposición. La sociedad expuesta es una sociedad pornográfica. Todo acá está vuelto hacia fuera, descubierto, despojado, desvestido y expuesto. El exceso de exposición hace de todo una mercancía”.
Nos mostramos sonriendo, felices. No importa qué es lo que sentimos. Tenemos que reproducir y mostrar una y otra vez el mandato de la felicidad. Nos sacamos una foto con filtros para mostrar una imagen que no es real. Una imagen que responde a un modelo de belleza hegemónica impuesta culturalmente. Probablemente, luego sintamos una angustia por no ser quien mostramos en el producto en exhibición. Según el Psicólogo Social Jonathan Haidt, en su libro la “Generación ansiosa”, un estudio reveló que “la exposición a las fotos de Instagram manipuladas conducía directamente a un peor autoconcepto físico”.
A partir de las llamadas “redes sociales” se configura una (in) comunicación basada en la superficialidad, el culto al narcisismo, el aislamiento y la aceleración, lo cual genera graves, complejas y profundas consecuencias. El libro mencionado de Haidt sostiene que a partir de la masificación de los smartphones y las redes en las y los adolescentes la depresión se volvió unas 2,5 veces más frecuente.
Agotados o aburridos, comenzamos a recorrer reels que se reproducen una y otra vez. Probablemente de una broma pesada o una persona que se tropezó. La tinelización de la cultura se estableció como dominante, no importa si quien sufrió el hecho quiere que se difunda. No hay empatía. Mientras seguimos recorriendo los reels, perdemos la noción del tiempo. Matamos el tiempo, casi literalmente. Aceleración, fragmentación y dispersión son las marcas del momento actual y las dificultades para concentrarnos una de las consecuencias.
Nos aparece una noticia que nos conmueve. Nos impacta y la compartimos. Como una forma de decir, me indigno con esto, estoy de este lado. Reafirmamos nuestra identidad. No importan las fuentes de información o si está o no chequeado. Porque lo importante es que responda a tu punto de vista. De esa manera sin darnos cuenta retroalimentamos la posverdad. Distintos trabajos dan cuenta que la información falsa circula más rápido que la información verdadera porque tiende a ser más llamativa y muchas veces la compartimos solo porque responde a nuestro sistema de creencias.
Nos conmovemos con la lucha de los jubilados, nos indignamos por la pobreza y la exclusión. Cual placebo, ponemos “me gusta” y compartimos la imagen de la marcha. Sentimos alivio ya que canalizamos nuestra indignación. Pero no nos organizamos, no militamos, no acumulamos poder, no transformamos la realidad. Ponemos “me gusta”.
Las empresas digitales, llamadas “redes sociales”, nos llevan a un tipo de comunicación que paradójicamente generan aislamiento y vínculos superficiales. Depresión, falta de empatía, crueldad y posverdad se presentan como marcas del tiempo actual.
Si el servicio que nos brindan estas empresas es gratuito es porque el producto somos nosotros y nosotras. Pero el costo de esta (des) vinculación es alto y complejo. Combatir estas lógicas comunicacionales y fortalecer el tejido social, los vínculos comunitarios, es imprescindible.
Una componente simbólicamente potente del electorado del Presidente de los Pies de Ninfa está compuesta por jóvenes que casi no tienen recuerdos de los doce años kirchneristas.
Hace 47 años llegaba el primer cargamento de cocaína por un acuerdo entre las dictaduras de Bolivia y Argentina. El hallazgo de media tonelada de cocaína en el puerto de Vicentin es la confirmación de una ruta histórica del comercio internacional del narcotráfico desde los tiempos del genocidio.
El día de los trabajadores no es una jornada feliz. La precariedad y la pérdida de puestos de trabajo son una constante. Las reformas laboral y previsional se lograron de hecho. Más de la cuarta parte de los trabajadores están hundidos en la informalidad. Las condiciones laborales hoy se asemejan a aquellas que llevaron a los mártires de Chicago a protestar.
Nueva intervención judicial, sueldos en cuotas y una planta a oscuras
Ahora que millones piensan de acuerdo a los intereses de los dueños de casi todo y no quieren saber nada de luchas colectivas, nietos de trabajadores, dueños de casi nada, somos capaces de leer, pensar y sentir las palabras del manifiesto de todos los trabajadores de lo que se llamó la República Argentina, un 1 de mayo de 1890.
Un 30 de abril de 1977, catorce mujeres se reunieron frente a la Casa Rosada para exigir información a la Junta Militar sobre sus hijos e hijas que habían sufrido secuestro y desaparición forzada.
Igual que los colonos, que nuestros abuelos, a pesar de la sucesión de décadas, de aportes, del avance de la tecnología, para producir alimentos todos los días seguimos circulando por caminos de tierra sin mantenimiento.
Un descubrimiento monumental posiciona al continente como uno de los nuevos epicentros de la minería aurífera
Un trabajador municipal sufrió un accidente con una jeringa mal descartada durante la recolección de residuos
El director de esta revista, Hernán Vaca Narvaja, presentó una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que revierta la injusta condena impuesta por la Justicia argentina por su cobertura del caso Dalmasso.
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