
La explotación ha sido la continuidad de las viejas matanzas en nombre de la civilización y en contra de la supuesta barbarie. En estas tierras y en la colonizadora del norte, cuando asesinó a los mártires de Chicago. Hoy esa realidad se profundiza en tiempos de Trump y Milei.







La pauta no es la sospecha de algunos, infatigables, conspiracionistas o terraplanistas. Es de una evidencia desconcertante, y emerge muy claramente de los documentos y propuestas que circulan. En el silencio absoluto (o casi absoluto) de los medios de comunicación. Y en la aquiescencia supina de la (llamada) opinión pública.










