
Ha pasado apenas un mes de los comicios legislativos en los que Javier Milei volvió a imponerse en buena parte del país y la economía real ha vuelto a mostrar con total crudeza un deterioro que no frena. Las noticias de los últimos días sólo informan sobre despidos, cierres de plantas y una caída abrupta de la actividad industrial a lo largo y a lo ancho de todo el país.







La pauta no es la sospecha de algunos, infatigables, conspiracionistas o terraplanistas. Es de una evidencia desconcertante, y emerge muy claramente de los documentos y propuestas que circulan. En el silencio absoluto (o casi absoluto) de los medios de comunicación. Y en la aquiescencia supina de la (llamada) opinión pública.









