Huérfanos. Huérfanas

Fue en esta tarde de finales de mayo, neblinosa y destemplada, que Norita nos dejó huérfanos y huérfanas de Madre. En medio de un país hundido en el hambre criminal y la esperanza acorralada por una incierta comparsa gobernante, ella era el sol que se sobreponía a tanto crepúsculo. Somos de su sangre. Y acaso en ella podamos resistir este embate de los malos tiempos.

Opiniones07/06/2024 APE
Sonia

(APe).- Y ahora estamos huérfanos, desangelados, moridos y moridas, andrajosos de esperanzas, perdidos en esta noche continua, sin madre de una vez, ciegos y ciegas. Solos ante los crueles. Solas.
Ahí está Norita yéndose. Noventa y cuatro años de plantarse soportó. Cuarenta y siete ante los genocidas, desde la plaza, con los pañales de los hijos en las cabezas. Y después ante todo lo que nos talaron. Lo que nos desangraron. Lo que nos quitaron arrancándonos. Y lo que no pudieron. Porque estaba ella, chiquita, ínfima y enorme, plantada como un jacarandá frente a las embestidas de los horribles.
Ella, que se metió de prepo en los sitios más impensados. Que se enfrentó a los monstruos de carne y hueso aún en sus propios territorios. Porque amasó su historia con la coherencia y el coraje como banderas. Porque siguió adelante aún a contramano de lo que los años y el cuerpo parecían exigirle. Ella que supo indignarse frente a los sumisos, a los que sólo sabían pactar con los mandamases, a los que se arrodillaban ante los dueños del poder de turno. Y que jamás bajó la cabeza aunque quisieran doblegarle esa coherencia infinita que acompañó su vida.
Si había algo que no podíamos soportar, en una noche húmeda de mayo, en una tarde acortada a tijeretazos por el invierno que viene, es que Nora se fue. En medio de un país en falsa escuadra, con el cuello agotado por los vampiros, la pobreza inmensa, el hambre criminal y la esperanza acorralada por una incierta comparsa gobernante, ella sonreía y era el sol que se sobreponía a tanto crepúsculo.
Trataremos de llevarla viva adentro. De internarla en nuestro corazón y multiplicarla en cada uno de los que creemos en que otro mundo es posible sin crueles ni gente horrible que provoque tragedias para disfrutarlas después. Somos de su materia. Somos de su sangre. Y acaso en su materia y en su sangre podamos resistir este embate de los malos tiempos.
Con ella. Siempre.

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