Rafael Bielsa narra los veranos en Morteros: La guerra del fin del mundo

Fronteras calientes ha habido, hay y habrá, así como bagatelas usadas de pretexto para enfrentarnos los unos contra los otros. La frontera que divide la República Dominicana de Haití; la línea entre Corea del Norte y del Sur. También matanzas entre camaradas por borracheras; puertas que se olvidaron abiertas e hicieron caer imperios milenarios.

Opiniones23/05/2023 Rafael Bielsa (*)
morteros

Morteros, el pueblo cordobés de los veranos azafranados, vecino de la provincia de Santa Fe y próximo a Santiago del Estero, tenía su propia blasfemia interna: una frontera caliente que lo cortaba por la mitad.

La vía del ferrocarril Mitre que iba, al norte, para Suardi y, desde el sur, venía de Brinkmann, sentenciaba un Morteros al oeste y otro al este. Mis amigos y yo estábamos al oeste y nos autodenominábamos “Losss jinetesss”. Los del este eran denominados por nosotros “Losss rebañosss”. Se ve que padecíamos una influencia nórdica de Santiago del Estero y no dejábamos palabra sin la ese hípercorrecta de sus respectivos plurales.

Recuerdo aquellos días con avaricia, como si me gustara numerarlos para saber que los sigo teniendo. Hasta mis 23 años la calidad de las imágenes es minuciosa, sin sobreexposiciones ni fondos oscuros, con una única fuente de luz y un ajuste impecable del balance de blancos. Después de entonces y hasta hoy, es necesario forzar la mirada para identificar algo. Una evaporación, un ribete confuso, un puercoespín crestado sobre un campo de cortezas.

En algún sentido, recordar es tratar de ponernos a salvo de la inevitabilidad de nuestras vidas. Recordar es transcribir incorpóreamente nuestro propio dictado. Con los años, uno va transfiriendo la memoria de sus partes rotas, porque la vida nos impide mostrar las mejores.

A partir de la vía del Mitre y hacia el este, para nosotros se terminaba todo. Literalmente, era el fin del mundo. Sabíamos que allí habitaban los integrantes de “Los rebaños”, pero la certeza de que del otro lado las casas eran carpas de beduinos porque a ello los obligaban las tormentas de arena, no se apoyaba en evidencias creíbles.

Lo de las tormentas de arena vaya y pase, porque alguna vez habíamos visto el aire color de león enrollándose sobre sí mismo con venas azules hinchadas a punto de estallar. Pero lo de las tiendas negras de cuero de cabra o “casas de pelo”, con los pacientes camellos esperando su turno, “Los jinetes” bebiendo té o diciendo sus oraciones vespertinas, sin dudas era obra de una imaginación malévola ante la falta de conocimiento. No innovábamos: los iluminadores de mapas ancestrales colocaban sobre las extensiones que no conocían a monstruos y a demonios, y las llamaban terra incógnita, todavía no exploradas por el hombre. Que en este caso veníamos a ser nosotros, pibes de 9 o 10 años.

Entonces, empezamos a buscar pretextos para armar una bronca. Al principio los usuales: una pelota no devuelta, un barrilete perdido. Como ninguno prendió, pasamos a la hermenéutica bíblica y las intuiciones místicas, todo transmitido por lenguaraces, porque no nos hablábamos. Finalmente, nos embarcamos en la guerra por la misma razón que las hay desde que el hombre se irguió: si existíamos los unos, no podían existir los otros.

Siempre a través de los deslenguados acordamos las condiciones: lugar, hora, número de integrantes del batallón. Como símbolo de que era a muerte, no fijamos duración. Tanta era la confianza que nos teníamos que cedimos la localía y aceptamos ir a oriente, a cambio de libertad absoluta para elegir las armas.

Una mañana, recién empezados los preparativos, quise ser el jefe y me largué con un sonsonete que había aprendido de memoria, inspirado en un reglamento para servicio en el ejército: “En un batallón todos somos uno, todos tenemos las mismas fortalezas y debilidades, lo que le pasa a uno nos pasa a todos”.

Los pibes me prestaron la misma atención que si se hubiese extendido una epidemia de trastorno por déficit de atención. Viví algo que luego la vida me estamparía en el carácter como un tatuaje: el liderazgo no se puede pedir; debe ser otorgado por los futuros liderados. O negado.

Mejor me fue cuando propuse -como cosa de mi creación- formarnos como el manípulo romano, dato que plagié del “Lo sé todo” de Larousse. O sea: formar entre los once o los doce que éramos, un óvalo, ofendiendo con el frente sin descuidar el contrafrente, munidos de una especie de escudo que cada uno hizo a su modo. Tablas de lavar, tapas para tachos, fuentones invertidos de chapa galvanizada.

En cuanto a las armas, cada uno tuvo la libertad que habíamos conseguido para todos. Yo había sacado de “Aventuras en el paraíso”, serie en la que el capitán Adam Troy capitaneaba la goleta Tiki, la certeza de que la madera curada por el mar era la más resistente. Eso me hizo ensayar una técnica japonesa, el yakisugi o madera flameada, porque Morteros es absolutamente mediterráneo. Tras ocasionar varios micro incendios, me llevé un bastón de durmiente del obrador, y con eso me sentí sobradamente armado.

En formación, salimos de la casa del Dante hacia el campo de Marte, ubicado en el lado este de la estación de trenes. La contienda fue breve y se cuenta igual: nos molieron a palos. Un par de nosotros, por amor propio, retrocedía dándole estocadas al aire, que con ser poco era más que lo que habíamos hecho hasta ese momento.

“Escapar no es rendirse” dijo uno, más tarde. “La disputa todavía está sin resolver”. Bastó un segundo para que nos diéramos cuenta de que no había disputa, y pasamos a otras cuestiones pendientes y menos degradantes.

A veces eso puede ser la memoria, soltar y distanciarse sólo para que te vengan a buscar. A veces, los que más se esconden son los que más necesitan ser encontrados. A veces, buscás algo, lo encontrás, y recién entonces te das cuenta de que no es lo que creías estar buscando.

Pero era el año ’62, veníamos de esquivar codos, rodillas y capelladas, y ¿quién podía saber para qué avatar iba a ser útil que nos preparáramos?

 (*) Este artículo de Opinión de Rafael Bielsa fue publicado originalmente en el diario Página/12.

Te puede interesar
Avistaje

Dar identidad al santuario de aves que es un paraíso para ser proyectado hacia el mundo

Miguel Peiretti
Opiniones23/10/2025

¿La tierra y la tradición, es parte de nuestra identidad? generó un gran debate en el Concejo Deliberante extendiéndose a la sociedad por la oportunidad del monto destinado a la contratación de un artista, pero no es parte del debate si el evento es conveniente para generar movimiento por tres días o cumple el objetivo de instalar a Morteros como un lugar turístico.

Argentina op

Argentina OpenAI: zona de sacrificio y apropiación

Por Silvana Melo
Opiniones23/10/2025

La sumisión presidencial ante el imperio. La Patagonia y sus recursos naturales, un regalo a los propietarios tecnológicos del mundo. La Argentina como zona de sacrificio. El agua, la energía, un territorio enorme que consideran desierto y la gente como daño colateral para el Datacenter de OpenAI.

Milagros hacen las doñas

Milagros hacen las doñas

Por Silvana Melo
Opiniones18/10/2025

El presidente y su banda en el Movistar Arena. De qué milagro hablará el presidente en el libro que presentó en el Movistar Arena. Cantando con su banda. Milagro hacen las doñas en los barrios cuando les quitaron los alimentos en los comedores. Y los pibes para sobrevivir. Y este país hermoso que sufre medio siglo de demolición constante.

la macro

La Macro:  el nombre de la bestia

Por Alfredo Grande
Opiniones17/10/2025

Antes se decía que los planes de ajuste no cerraban sin represión. Hoy no cierran sin genocidio. Y frente al genocidio, el código penal se archiva.  La planificación del genocidio es cruel y la Macro es crueldad. El código penal es para delitos de personas, no de Estados. Y la MACRO está apalancada en los Estados.

Juegos en linea

Bloquean ingreso a páginas de apuestas en línea

Miguel Peiretti
Opiniones16/10/2025

El Concejo Municipal de Suardi resolvió bloquear el acceso a páginas de apuestas en línea a través del sistema de Wifi de acceso gratuito en espacios públicos. Una iniciativa que debería ser imitada por el resto de las poblaciones y ser extendidas a proveedores del servicio de Internet

hIJO

Hijo del doble femicidio, mañana cumple 6 años

Por Claudia Rafael
Opiniones13/10/2025

Su mamá y su abuela fueron asesinadas. Su papá fue detenido por el doble femicidio y por su secuestro. Y él, que asistió atónito a escenas imborrables en su vida, mañana cumplirá seis años. En días que le marcarán definitivamente un antes y un después. Este 2025 en el que hubo hasta ahora 208 femicidios y 115 niños y niñas que quedaron sin su madre.

Lo más visto

Suscríbete gratis al Boletín Informativo para recibir periódicamente las novedades