
Una componente simbólicamente potente del electorado del Presidente de los Pies de Ninfa está compuesta por jóvenes que casi no tienen recuerdos de los doce años kirchneristas.
Una de las acciones más poderosas de la tesis de Contra el feminismo blanco (Contintametienes, 2022), el libro de la periodista y abogada pakistaní Rafia Zakaria, es desenmascarar la mirada falsamente antirracista en los relatos de las feministas blancas que las muestran siempre cumpliendo un papel crucial en las vidas e historias de las racializadas. La emancipación de las segundas dependería en última instancia de los recursos, el trabajo dadivoso y la ilustración de las bienintencionadas que acaban siendo el centro de las reivindicaciones.
Zakaria fija el inicio de la blanquitud feminista y su complejo de salvadora en la era colonial. Mientras en Europa las mujeres blancas eran subordinadas a los hombres blancos, en sus estancias en países africanos, asiáticos o latinoamericanos eran vistas como de mayor rango que los sujetos colonizados y sólo entonces podían sentirse libres y recuperar el poder y los privilegios negados en sus territorios. Viajaban para promoverse como instructoras, educadoras, escritoras, prescriptoras de estilos de vida higiénicos, hablaban por las otras y clamaban que ahí por fin se sentían personas. Ningún hombre marrón podía dominarlas y las mujeres marrones eran sus criadas o aprendices. Mujeres = mujeres blancas cis. Hasta el sufragismo, explica en este libro urgente prologado por Esther Mayoko, fue reivindicado como un avance anglosajón por el factor de superioridad racial.
Años después, en la India, por ejemplo, se creó una asociación de mujeres por el sufragio de mujeres marrones que estaba formada sólo por mujeres blancas. El Parlamento lo rechazó. “Las mujeres indias querían el voto, pero en un país liberado del sometimiento colonial al Imperio británico. ¿De qué servía realmente votar en un país esclavizado? Las mujeres de la India sabían que la victoria en la lucha por la independencia traería consigo su derecho al voto”, escribe.
Zakaria habla de “ciudadanas del imperio” en el siglo XIX y de “expertas” en el siglo XXI como las únicas operarias universales e históricas de la liberación de las mujeres en todos los campos, también en los de la liberación sexual e identitaria, donde las otras son las colonizadas porque hasta ahora no han hecho nada al respecto. No han dejado a sus maridos, a sus países, a sus guerras, a sus religiones, a sus vestimentas, a sus familias, a sus mandatos patriarcales, a sus trabajos de mierda. Con lo sencillo y necesario que es. Y en eso es contundente: “Construir una verdadera solidaridad feminista implica exponer y minar la supremacía de la blanquitud en el seno del feminismo”.
Me pregunto: ¿Podrá el Congreso español eminentemente blanco, con muchas feministas en sus filas, aprobar leyes antirracistas? Aunque a veces los confundan, la solidaridad racial no es antirracismo. Las que han sido solidarias toda su vida sienten desde hace un tiempo como una usurpación que las negras, asiáticas y marrones, en especial las migrantes e indígenas y putas, se organicen por sí mismas, tengan pensamiento político propio, espacios y accionen desde ahí. Que dejen de ser ante sus ojos las menores de edad del feminismo, de la izquierda y de los movimientos sociales.
De hecho, en cada acción antirracista en España hay que lidiar con las ansias de figuración de la blanquitud, por haber dado dinero, subvenciones, apoyo legislativo, cedido sus espacios o haber hecho una pancarta o un libro de teoría feminista anticolonial. Lo que, como explica Zakaria, les da estatus y reputación profesional. Y en cada asamblea, además, deben lidiar con el aleccionamiento y el extractivismo de sus luchas. Lo cierto es que, aunque hay varias iniciativas de crowdfunding para conseguir infraestructura migrante en este país, ahora mismo la autogestión racializada migrante y disidente, salvo excepciones, es solo una utopía en marcha y sigue dependiendo de lo blanco.
En las instituciones, organizaciones, museos, medios de comunicación, centros culturales, centros sociales, ferias, festivales, editoriales, librerías, okupas blancxs, etc. invitan últimamente a racializadas para preguntarles cómo se descoloniza. Me tocó ver hace poco cómo una mujer marrón contestó así a la pregunta de cómo se descoloniza un museo lanzada por una gestora del propio museo: “Siéntate tú aquí y yo me siento donde estás sentada tú”. Tiene razón: mientras las infraestructuras culturales y organizaciones sociales feministas (incluso pro migrantes y antirracistas) sigan siendo gestionadas mayoritariamente por personas blancas del norte global y por una mirada igual de blanca, los cambios seguirán siendo solo discursivos, nunca estructurales, para liberarnos de la opresión económica y racista tanto como de la del género.
El otro día, celebrando las 700.000 firmas para la ILP conseguidas por RegularizaciónYa en el Espacio Afro, se celebraba también la autonomía de hacerlo en un local racializado gestionado por personas racializadas, hombres, mujeres y disidencias queer. “Dame los papeles que tú los tienes” ha sido uno de esos lemas que han acompañado la campaña por la regularización de miles de migrantes en territorio español. Hay cosas que se dan y cosas que se toman. En eso estamos.
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Hace 47 años llegaba el primer cargamento de cocaína por un acuerdo entre las dictaduras de Bolivia y Argentina. El hallazgo de media tonelada de cocaína en el puerto de Vicentin es la confirmación de una ruta histórica del comercio internacional del narcotráfico desde los tiempos del genocidio.
El día de los trabajadores no es una jornada feliz. La precariedad y la pérdida de puestos de trabajo son una constante. Las reformas laboral y previsional se lograron de hecho. Más de la cuarta parte de los trabajadores están hundidos en la informalidad. Las condiciones laborales hoy se asemejan a aquellas que llevaron a los mártires de Chicago a protestar.
Nueva intervención judicial, sueldos en cuotas y una planta a oscuras
Ahora que millones piensan de acuerdo a los intereses de los dueños de casi todo y no quieren saber nada de luchas colectivas, nietos de trabajadores, dueños de casi nada, somos capaces de leer, pensar y sentir las palabras del manifiesto de todos los trabajadores de lo que se llamó la República Argentina, un 1 de mayo de 1890.
Un 30 de abril de 1977, catorce mujeres se reunieron frente a la Casa Rosada para exigir información a la Junta Militar sobre sus hijos e hijas que habían sufrido secuestro y desaparición forzada.
16 trabajadores en un tambo de Plaza Luxardo eran explotados y los tenían viviendo en condiciones deplorables cercano a la trata de personas.
“Siete Minutos de Historia” son cortos multimedia digitales en la que se escuchan breves relatos históricos sobre los acontecimientos nacionales y aspectos desconocidos de quienes fueron protagonistas esos hechos.
470 kilos de cocaína fueron hallados en un buque extranjero amarrado a la terminal que la empresa agroexportadora tiene en San Lorenzo. Para el diputado provincial e investigador, el hecho prueba que “no hay narcotráfico sin grandes empresarios”.
Los servicios medidos continúan garantizados y la atención se mantiene a través de canales presenciales, telefónicos y digitales. La credencial digital está disponible en la app, el Portal de Autogestión y CiDi.
Participaron de un jornada de vinculación autoridades comunales de Ramona en la Universidad Nacional de Rafaela junto a intendentes y presidentes comunales de distintas comunidades