Memoria para entender el daño del individualismo


La neutralización y extermino físico a los potenciales opositores al sistema que venían a imponer con un falso discurso de marxistas y guerrilleros fueron eliminando a miembros de los sindicatos combativos, partidos políticos, organizaciones cristianas de base, organizaciones populares, cooperativas, además de agrupaciones guerrilleras.
La represión fue desarrollada con una perfecta planificación para aniquilar a través de secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones a quienes pensaban diferente, por lo que la guerra sucia nunca existio. Fue una metodología aplicada que apuntó a la impunidad de ese presente y del futuro para saquear y explotar al país, acompañados por muchos de los políticos que después de recuperada la democracia se rasgaron las vestiduras como paladines de la democracia, junto a un importante grupo de empresas multinacionales, la burguesía local, la burocracia sindical y la iglesia y el incondicional apoyo de Estados Unidos.
La represión, la tortura, la desaparición, la muerte y el robo de bebés era justificado por el pueblo «Por algo será», «En algo andaban», sin llegar a visualizar que apuntaban a desaparecer a aquellos que significaban un riesgo para el modelo de concentración de la riqueza, de avance sobre las conquistas laborales, modelo de entrega de recursos naturales y de mayor endeudamiento de nuestra historia que aún persiste en nuestros días.
Consecuencias
La desnutrición infantil, el mal funcionamiento de los hospitales públicos, las dificultades para el acceso a una educación igualitaria, la falta de generación de fuentes de trabajo sustentables, la represión policial, la impunidad, el narcotráfico son algunas de las muchas consecuencias que seguimos sufriendo como consecuencias de ese golpe de Estado el más sangriento de la historia
Por eso es importante dignificar la memoria, debatiendo y analizando los acontecimientos vividos, reflexionar sobre sus consecuencias y al mismo tiempo sobre el país que tenemos y el que queremos para que participando encontremos nuevos caminos y esperanzas para construir una verdadera democracia participativa, donde impere la igualdad de posibilidades basado en el respeto de los derechos de las personas.
Para construir ese camino debemos entender que la mejor herramienta con que cuenta el pueblo, para que el país que queremos se deje de generar solo en los discursos y se construya en las acciones, no es solos, no es el individualismo, sino que es la participación activa de todas y todos en un trabajo colectivo.