Faros apagados

La tragedia es que los niños, las niñas hambreados hoy, nunca serán los jubilados estafados y robados de mañana. Pienso que esa es la idea. Pisotear el presente para que no germine ningún futuro. La batalla es cultural. Es política. Es ética. Es permanente. Y nunca –escribe Alfredo Grande- la bestialidad fue tan obvia.

Opiniones15/09/2024 Por Alfredo Grande
Faros apagados

(APe).- Alguna vez leí la diferencia entre democracia de origen y democracia de ejercicio. O algo así. Lo que pienso en esta trágica actualización de la cultura represora es que el ejercicio, me gusta más decir el destino, cuestiona el origen. La vulgata actual del denominado sentido común, es que la legitimidad del actual desgobierno es que fue votado. O sea: si fue votado tiene derechos que no pueden ser cuestionados. Sería lo mismo argumentar que si decidió casarse no tiene derecho a cuestionar ningún maltrato o abuso. “Vos te la buscaste, vos lo elegiste, vos, vos, vos” La rutina de culpabilizar a la víctima. Que implica siempre la impunidad del victimario. Mientras se baja la imputabilidad para abajo, se sube la impunidad para arriba. Y cuando pensamos que todo se arregla con el código penal, dormimos con el enemigo, aunque el enemigo ronque, patee o pueda matarnos. La democracia boba incluso llega a cuestionar la existencia misma del enemigo. Poniendo el mote de adversario e idealizando los consensos. Ignora la diferencia entre diferente e incompatible.
Hoy asistimos al ejercicio de una democracia donde lo incompatible se hace pasar por diferente. Parafraseando al tango Amores de Estudiante, podría decir que “hoy un juramento, mañana una traición, voto de diputado, flores de un día son”.
La tragedia es que los niños, las niñas hambreados hoy, nunca serán los jubilados estafados y robados de mañana. Pienso que ésa es la idea. Pisotear el presente para que no germine ningún futuro. La imagen de la niña torturada con gas pimienta es un ícono de la democracia vuelta contra sí misma.
Torturar a las niñas, niños, abusar, maltratar, violar y gasear, es incompatible aun con la democracia más berreta. Hace dos meses y más que Loan no aparece.  Los “Loan” no aparecerán nunca más.  Trágica derivación del “Nunca más” de 1985, en su clave reaccionaria, capitalista, asesina.
Hay una secuencia que ningún voto, hasta el más aberrante, debe alterar. Necesidad, deseo, derecho. Una trilogía fundante de la humanidad. Cuando esa trilogía es arrasada, la humanidad desaparece. Hoy en esta Argentina cuyas venas y arterias están abiertas, (y parafraseo a Galeano) ha desaparecido la humanidad. A menos que algún delirante de los que abundan crea que la inteligencia artificial es inteligencia y que un algoritmo es una secuencia humana.
Espiar no es lo mismo que mirar, incluso es lo opuesto. Los servicios de inteligencia solamente espían, incluso entre ellos mismos se espían. La inteligencia es otra cosa. Cualquier sádico poco seso arroja gas pimienta. Además de todo, son de infinita cobardía. Pertrechados para el combate con jubilados, civiles desarmados, ahora niñas indefensas, en línea de combate, son ejemplo de lo que es una política de total inseguridad para millones.  Custodios de paraísos fecales para los chirolitas del poder real.
La batalla es cultural. Es política. Es ética. Es permanente. Nunca la bestialidad fue tan obvia. Lo cual no quiere decir que las bestias no voten la bestialidad. Obviamente, la sostienen. Hasta que las bestias se comen entre ellas. O aparecen las bestias con piel de cordero, incluso cordero nacional y popular que intentan legitimar a las bestias menos bestias que otras bestias. Cualquier referencia a Guillermo Moreno no es mera coincidencia. Es un Moreno de Troya y tan astuto como lo fue Ulises. Yo lo conozco. Es Orozco. Dijo: cuando Milei madure va a ser un buen peronista. Para GM todo bicho que camina termina siendo peronista. Hasta Bukele. Lamento este exceso nominativo. Pero después del miércoles de represión literalmente me cuesta -y no creo conseguir- ningún término medio.
Busquemos la enfermedad, que para mí es el capitalismo. Cuanto más serio, peor. Cuanto más en joda, peor. Siempre peor. Pero hay que terminar con el supuesto remedio. “Milei delendum est” Es un apaga faros para que todas y todos nos estrellemos en las costas. Nadan niñas, niños, jubilados, jubilados, trabajadores, profesionales y son destrozados por costas rocosas. Con faros apagados la democracia es una estafa criminal.
El estafado/esclavizado no tiene la culpa de su condición. Pero tiene la responsabilidad de organizar su propio combate, contra todas las formas de la cultura represora. Una de las formas es lo que llamo “represión primaria”- Jubilaciones de hambre, niños niñas con hambre. Las hambres son la represión fundante. Primaria.  La represión secundaria es la que se ve. La de la “maldita policía”. Gas pimienta. Y otras pestes. Pero que la secundaria no impida ver la primaria. La cultura represora es el reinado de la represión primaria.
Los faros apagados deberán ser encendidos nuevamente. Y como canta Pablo Milanés pisaré las calles nuevamente.
Y me permito agregar: encenderé los faros nuevamente de lo que fue Argentina apagada.

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