A 47 años del Golpe de Estado militar, cívico y eclesiástico

Sociedad 24/03/2023 Miguel Peiretti Miguel Peiretti
Nunca mas

Al cumplirse 47 años del mayor ataque a los derechos humanos que institucionalizaron desde las Fuerzas Armadas con la complicidad de sectores de vida civil, la represión, la violencia y la muerte de los militantes sociales, políticos y culturales con el principal objetivo de transmitir el miedo y la desesperanza a los fines de imponer la entrega de la riqueza nacional, debemos profundizar la promoción con compromiso las libertades, los derechos y obligaciones que la democracia en todos sus aspectos de la vida nos da, como la mejor manera de rendir homenaje a los militantes asesinados, desaparecidos, encarcelados y a los millones de argentinos sometidos a la pobreza.
Reflexionar a 47 años del golpe genocida del 24 de Marzo de 1976, para que «Nunca más» repitamos la historia, nos impone repasar algunos datos que nos llevaron a sufrir el terrorismo de Estado en una época donde el incremento de la conciencia del pueblo que se venía organizando para generar una mejor distribución de la riqueza con una gran cantidad de jóvenes que luchaban por la «patria socialista», ponía en riesgo los privilegios de sectores minoritarios, frente a las divisiones internas junto a la debilidad y errores de sectores políticos, los cuales muchos de ellos golpearon las puertas de las Fuerzas Armadas formadas en la Escuela de las Américas de acuerdo a los intereses del imperio y alejadas del nacionalismo.
El plan para desguazar al Estado para la desregulación financiera, la violación de los derechos humanos, la desaparición de la industria nacional, entre otros, no fue un hecho generado de un día para otro, sino que se planificó durante un largo tiempo por quienes habían perdido privilegios que buscaban volver al poder.
Con anterioridad al golpe de Estado la Triple A y su versión cordobesa el Comando Libertadores de América comenzaron con el maquiavélico plan de exterminar a la juventud que con diferentes visiones luchaban por una patria libre e independiente considerándolos enemigos internos. El 24 de marzo de 1976 los militares brazo ejecutor de los golpistas, se subieron a los Falcón verdes para secuestrar a estudiantes, actores, obreros, intelectuales, científicos y a todo aquel que se opusiera el régimen torturando, asesinando y desapareciendo a cada uno de ellos, como así también robaron bienes y se apropiaron de sus hijos para terminar sometiendo al pueblo para desarticular la solidaridad e imponer en cada uno de los habitantes la idea que no valía la pena ocuparse del otro, del necesitado, del carenciado, del excluido, construyendo la etapa más oscura, la más funesta, la más terrible en la historia nacional.
El golpe cívico – militar alentado, apoyado y aplaudido por la Sociedad Rural, los grandes medios de comunicación, la cúpula de la Iglesia católica, la Unión Industrial Argentina, las empresas transnacionales, la banca nacional, el FMI, el banco Mundial, entre otros grupos puso en marcha lo que Rodolfo  Walsh define con claridad en su Carta Abierta a la Junta Militar en Marzo de 1977: «En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada».
Esto había sido puesto de manifiesto por José Alfredo Martínez de Hoz el 2 de abril de 1976 al exponer el plan económico de la dictadura, cuando expresó que era necesario aniquilar cualquier frente de protesta popular que pretendiera frenar su programa que había sido elaborado por la oligarquía vernácula. 
Así comienza el desmantelamiento de la actividad productiva y la industria, junto al endeudamiento externo que fue llevado de 7 mil a 45 mil millones de pesos a través de un plan instrumentado por David Rockefeller fundador del Consejo de las Américas, entidad que financió y sostuvo las dictaduras militares latinoamericanas durante la década del 60 y 70, y que en la actualidad apoya y promueve a partidos para enfrentar a los gobiernos que trabajan por la unidad del continente.
Ese plan incluía los campos de concentración, los centros clandestino de detención para el extermino de las personas para la desaparición de la cultura, el arte, la ciencia, la educación y la solidaridad que junto a la suma de los idiotas útiles en cada rincón de la tierra desaparecieron la lealtad y el compromiso.

Resistencia en plena dictadura

En momentos que manifestarse o alzar una voz en contra era sinónimo de desaparición y muerte, las Madres y las Abuelas, salieron desde la desesperación por el secuestro de sus hijos y sus nietos a deambular para preguntar por ellos, generando una organización de resistencia hacia el terrorismo de Estado, mientras los golpistas aliados a la elite mediática, con desparpajo vendian que los argentinos éramos «derechos y humanos».
Cobijados en pañuelos blancos ante la desocupación, el hambre y la pobreza el pueblo llena la plaza. Los dictadores mesiánicos cambian la mesa de tortura por la guerra de Malvinas mandando a la muerte a los chicos que sufrieron la tortura y malos tratos para ocultar las miserias de una dictadura cobarde y genocida.
Tras la recuperación de la democracia ante los juicios a los genocidas, entre otras cosas logran las leyes de impunidad para los genocidas, para imponer en la década del peronismo neoliberal denominada como gobierno «menemista» la ideología privatista y liberal, en defensa de las inversiones privadas a través del libre comercio y los mercados abiertos para beneficio de las compañías privadas, así como de los Estados Unidos.

Justicia como política de Estado

Ese proceso de entrega iniciado con el proceso militar y profundizado en la década del noventa del siglo pasado que termino con el clima de rebelión popular con el que «¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!», respondiendo al reclamo de los organismos de Derechos Humanos, en la última década, logran que se establezcan como crímenes de lesa humanidad como política de Estado para que los principales ejecutores militares sean enjuiciados y condenados, lo que permite reivindicar a una generación de militantes populares, buena parte de la cual pagó sus sueños con el despido, el exilio, la cárcel, el asesinato o la desaparición forzosa.
Como lo señala la Corte Suprema de Justicia estos juicios ya son parte del contrato social de los argentinos ante la barbarie como piedra fundamental por el respeto a la vida, a la integridad física y a la libertad como medida para la protección de los demás derechos y valores.
Sabemos que aún no fueron desnudadas todas las responsabilidades, ni juzgados todos sus responsables, muchos de esos poderes de aquel golpe cívico militar, siguen incidiendo en la vida política y económica de nuestro país. Son los mismos que aún tienen capacidad para truncar el destino de un proyecto igualitario de país, son quienes simulan ser medios de prensa independientes asociados el poder financiero internacional y a las agro empresas que a través de algunos sectores políticos pretenden volver a manejar el país para recuperar sus privilegios.
El verdadero motivo del golpe de estado fue el de instalar un modelo económico, político y cultural de corte neoliberal, hundiendo al país en la dependencia por las décadas venideras que aún en nuestros días marcan y condicionan nuestro destino.

Recuperar las banderas

A 47 años de la instalación de aquel infierno, siguen buscando los mismos objetivos, destruir la solidaridad, la industria nacional, derechos de inclusión social y sobre todo el fortalecimiento del Estado con el protagonismo de los jóvenes que ponen la cuota de esperanza para revivir el sueño de quienes lucharon por una patria grande, unida y antiimperialista, como San Martín y Bolívar, banderas que fueron levantadas por esa generación que mutilaron.
Los discursos anti políticas que sectores de la derecha junto a medios de comunicación viven instalando hace que no tengamos asegurada la democracia automáticamente, ya que no estamos exentos ante la posibilidad latente de los grupos de adentro y de afuera, hoy configurados a través de grupos mediáticos, económicos, políticos y sindicalistas, que como lo expresan Mariano Saravia y Pedro Jorge Solans en su último libro «El Golpe Paraguayo» responden a la Operación Recuperación de América instrumentado por la CIA que ve con pánico que Sudamérica se transformó en el reservorio político, ideológico, social y cultural del mundo y utilizando distintas tácticas intentaron proyectos desestabilizadores y que seguirán intentando en defensa de sus privilegios.
Al celebrar el 47 aniversario del Golpe de Estado debemos redoblar nuestros esfuerzos superándonos como ciudadanos con una mayor y mejor participación para mejorar la democracia confiando en el colectivo para cambiar el rumbo hacia el país que queremos y que venimos construyendo con acciones concretas, con compromiso para seguir consolidando una Nación libre, solidaria, justa y soberana para no ser «Nunca más» víctima de dictaduras para honrar a los militantes asesinados, desaparecidos, encarcelado que lucharon por un país más igualitario y a los millones de personas sometidas económica y culturalmente por el retroceso en que nos sumió el proceso neoliberal.

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