Qué lindo encontrarnos con el teatro

Subsede Suardi del Festival de Teatro de Rafaela, mostró cuatro espectáculos, tres de CABA, y uno local, el que fue representado en dos oportunidades, el viernes 8 y el domingo 17 de julio, como apertura y cierre de la sede suardense.

Regionales21/07/2022 Mirta Barale
Teatro Suardi

Por Mirta Barale

Todo vuelve a una grata normalidad después de la pandemia. Esto trae alegría y bienestar. Es  el caso del Festival de Teatro de Rafaela 2022 que ha regresado a sus fechas tradicionales, con un lema que lo identifica «¡Qué lindo encontrarnos!», palabras que transmiten el ánimo con que se encara el evento, por el lado de los organizadores, y el ánimo del público, quien lo esperaba con avidez.
La Subsede Suardi mostró cuatro espectáculos, tres de CABA, y uno local, el que fue representado en dos oportunidades, el viernes 8 y el domingo 17 de julio, como apertura y cierre de la sede suardense. En general, fueron obras prolijas, pero poco innovadoras y originales comparadas con las que se han disfrutado en  ediciones anteriores.  Diría que  al muestrario teatral de esta subsede le faltó un poco de jerarquía teatral, de puestas impactantes.  La única excepción fue «Rota».

«Divorciados» 
Obra propuesta por el grupo local

Una obra simple, de creación colectiva, tomando un poco de aquí y otro poco de allá. Bien dirigida y actuada con cierta solvencia y soltura, mantuvo el ritmo escénico de la comedia, breve y divertida. El tema –el título ya es por demás elocuente-, bastante trivial y popular, responde a la coyuntura actual.
La ruptura de la cuarta pared, es decir, los actores sentados al borde del escenario, quedó como un recurso totalmente desubicado para esta puesta netamente tradicionalista. Otro dato llamativo fueron los reflectores hacia el público, como cierre de telón, en los brevísimos entreactos, un poco molesto pero ingenioso.

«Banda de Tías»

De CABA. En la calle, frente al Teatro Estrada. Es un grupo musical que emplea los recursos de la teatralidad para contar sus historias: tres mujeres desopilantes, algo alocadas, muy divertidas, que cantan muy bien. Cada una de ellas representa a una clase de tía que cualquiera puede tener en la familia. Como en todo este tipo de espectáculo, hicieron participar al público, en especial a los niños, espectadores  para quienes está dirigida especialmente esta clase de creación artística.
En las letras de sus canciones y sus historias, tienen una postura irreverente, de rebelión contra lo políticamente correcto, las normas y las buenas costumbres. 
Un espectáculo simpático, en el que la solvencia de músicos y actrices cierran una buena actuación callejera. Los problemas fueron dos: el horario, 18 hs., que se agravó por el viento frío, y la demora de 25 minutos en comenzar. Acuerdo con los comentarios del público: «Esto es una falta de respecto a la gente».

«Rota»

De Natalia Villamil. CABA. Lo mejor de la muestra. Una sola actriz en escena. Extenso monólogo de una hora, con una puesta minimalista, sólo luces y música, que ahondan lo dramático, dos recursos que acompañan el relato, y que por momentos se vuelven tan imprescindibles como la actriz. A veces –no muchas-, el volumen de la música dificultó la claridad del relato.
El tema se centra en la violencia contra la mujer. Esta madre, a quien todos tratan de «loca», no se explica cómo pudo ser que su hijo se convirtiera en un monstruo, y pudiese asesinar a su esposa y posteriormente se suicidara él. Ella, como madre, está rota, pero no se resigna y busca explicaciones. ¿Es ella culpable? ¿Qué educación le dio? Su desesperación la llevará a enfrentarse contra quien fuere.
La actuación de Raquel Ameri, impecable. Muy buen dominio de la corporalidad y la voz, lo que le permitió mantener al público expectante durante más de 60 minutos.

«Late el corazón de un perro»

De Franco Verdoia. CABA. Mabel, madre de Ana, será desalojada del caserón en el que vivió por años. Se niega a abandonarla. Su hija, azafata, residente en EE.UU., fue informada de la situación en la que se encuentra su madre y llega para convencerla. Al rato, interviene un bombero para tratar de hacer entrar en razón a la terca dama; es un conocido de ambas mujeres, ya que se había criado con Ana. Hechos del pasado vivido en ese pueblo que se alimenta de mentiras y apariencias, empiezan a aflorar entre los personajes, lo que motiva discusiones, reproches, gritos y amenazas.
Los más de 70 minutos se vuelven bastante pesados y aburridos. Recién en los últimos 15 a 20 minutos, el relato cobra interés y se encamina hacia un lógico final. El tema es poco original, y está bastante plagado de situaciones ya demasiado vistas y remanidas. Poca innovación teatral.
Las actuaciones de Silvina Sabater, Berenice Gandulo y Gerardo Serre, son correctas, por momentos, destacables, lo que eleva un poco la puesta.
El público, salvo la noche inaugural en la que se presentó el grupo de Suardi, fue algo pobre, y muy escaso el sábado 16.
En fin, con sus altibajos, con sus luces y sombras, lo importante es que las milenarias máscaras de la comedia y la tragedia volvieron a revivir por estos lares. Parecen gozar de muy buena salud. Esperemos que así sea.

 

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