
Cada año se fabrican en el mundo 12 mil millones de balas. Esta nochebuena dos nenas de 8 y 12 resultaron gravemente heridas por proyectiles que alguien arrojó al aire para festejar. Un hombre mató a otro porque le molestaban los ruidos de los fuegos artificiales. Todo en un país que va camino a una liberación del uso de armas de fuego.







Sigo escribiendo con la certeza que ya nadie lee. Y para acompañarme leo a Silvana Melo y no puedo dejar de conmoverme: “Pero nadie nos quitará la alucinación de haber sido felices multitudinarios. Por espasmos. En las tribunas infinitas de esta brujería. Por un pibe adulto y planetario. Que parece jugar el juego de todos en el ajedrez donde fuimos y seremos peones”. Ante tanta bella contundencia, vacilo. Ni yo tengo ganas de leerme. Me alegra mucho que una selección de la Argentina juegue tan bien al fútbol. Y que gane porque juega mejor, y no a pesar de jugar peor, como reza el catecismo resultadista.











